Las Fuerzas Armadas Egipcias (II): El Carro de Guerra
Historia
Parece ser que los carros tienen su orígen en Mesopotamia en el tercer milenio aC. El carro de guerra de dos ruedas con gran movilidad, llevando un conductor y un arquero con un arco corto compuesto revolucinó las tácticas militares después del 1.700 aC. Esta cara arma se propagó por Oriente Próximo y se cree que llegó a Egipto con la conquista de los Hyksos, aunque no hay ninguna evidencia que avale este punto de vista. Se extendió por Asia Menor, Grecia y fue conocido en el Norte de Europa sobre el 1.500 aC. Con la llegada de la equitación en el 1.000 aC perdió su gran importancia militar.
El carro egipcio delata su orígen asiático de varias formas: por los nombres de sus partes, que son semíticos; y por su decoración que a menudo toma la forma de hojas de palma datilera o animales oponiéndose unos a otros, ambos motivos de origen sirio.
Diseño
Los egipcios mejoraron el diseño del carro haciéndolo más ligero, cambiando la posición del conductor de modo que estaría más próximo al eje del carro, y cubriendo el eje con metal para reducir la fricción. Algunas partes de madera se reforzaron cubriéndose con láminas metálicas. Estes cambios aligeraron la carga de los caballos y mejoraron enormemente su rendimiento. Se colocaron almohadillas en las espaldas de los caballos y se sujetó a ellos la percha. Las cinchas de cuero alrededor de los pechos y vientres de los caballos previno que se escurrieran. Un simple astil unido a la percha tiraba de los carros.
El carro estaba construido con piezas de madera las cuáles eran curvadas de la forma requerida sumergiéndolas en agua hirviendo durante muchas horas, doblándolas y luego dejándolas secar. Eran usados varios tipos de madera: olmo, fresno para los ejes y sicomoro para la el estante.
Los radios de las ruedas se hacían doblando seis piezas de madera enforma de V. Éstas eran pegadas juntas de un modo que cada radio estaba compuesto de dos mitades de las piezas en forma de V, formando una estrella hexagonal. Las puntas de las V’s se unían al eje con intestinos de ganado húmedos, que se endurecían al secarse.
Las llantas se hacían de secciones de madera, unidas a la rueda con tiras de cuero que pasaban a través de ranuras en las mismas secciones de las llantas. Las correas no entraban en contacto con el suelo, haciendo el carro más fiable al reducir el desgaste y las roturas. Los carpinteros alemanes que reconstruyeron un carro entero necesitaron unas seiscientas horas para completarlo.
Uso
Los carros no eran válidos en terreno rocoso debido a su falta de muelles, se rompían o volcaban fácilmente, e incluso en los mejores momentos debía ser una tarea complicada disparar flechas apuntando desde un carro tan rápido. Los carros luchaban por lo tanto cerrando filas abrumando al enemigo por la cantidad de misiles más que por su puntería. Si el carro iba a volcar, la tripulación podía intentar saltar por la parte trasera que estaba abierta antes de que sucediese, luego, si el carro rompía, podían coger los caballos y cabalgar hacia un lugar seguro. Los carros eran ciertamente mucho mejores a la hora de perseguir a los enemigos en una zona llana abierta, cuando las lanzas podían ser usadas para matarlos por la espalda.
Los egipcios conocían dos tipos de carros: el de guerra que tenía ruedas de seis ejes y el carro de transporte que tenía sólo cuatro ejes. El de ruedas de seis ejes podía hacerse más ligero y era más estable que el más pesado con ruedas de cuatro ejes, haciendo al carro entero más fiable.
Servir en los cuerpos de carros no era barato. Al recluta se le asignaba un equipo de caballos de los establos reales y cinco ayudantes, a los que tenía que equipar. El carro en sí mismo le costaba, -de acuerdo con un escriba que tal vez tuviese prejuicios -, tres deben de plata para el astil y cinco para el cuerpo, una pequeña fortuna que sólo los hombres nobles podían afrontar.
Los carros de guerra eran guiados por un conductor que llevaba un látigo y las riendas y un guerrero, que generalmente manejaba un arco o, después de gastar todas sus flechas, una lanza corta de las que tenía varias. Cuando cazaba, el faraón podía dar una dispensa al conductor algunas veces y disfrutar persiguiendo él mismo a su presa.
Parece ser que los carros tienen su orígen en Mesopotamia en el tercer milenio aC. El carro de guerra de dos ruedas con gran movilidad, llevando un conductor y un arquero con un arco corto compuesto revolucinó las tácticas militares después del 1.700 aC. Esta cara arma se propagó por Oriente Próximo y se cree que llegó a Egipto con la conquista de los Hyksos, aunque no hay ninguna evidencia que avale este punto de vista. Se extendió por Asia Menor, Grecia y fue conocido en el Norte de Europa sobre el 1.500 aC. Con la llegada de la equitación en el 1.000 aC perdió su gran importancia militar.
El carro egipcio delata su orígen asiático de varias formas: por los nombres de sus partes, que son semíticos; y por su decoración que a menudo toma la forma de hojas de palma datilera o animales oponiéndose unos a otros, ambos motivos de origen sirio.
Diseño
Los egipcios mejoraron el diseño del carro haciéndolo más ligero, cambiando la posición del conductor de modo que estaría más próximo al eje del carro, y cubriendo el eje con metal para reducir la fricción. Algunas partes de madera se reforzaron cubriéndose con láminas metálicas. Estes cambios aligeraron la carga de los caballos y mejoraron enormemente su rendimiento. Se colocaron almohadillas en las espaldas de los caballos y se sujetó a ellos la percha. Las cinchas de cuero alrededor de los pechos y vientres de los caballos previno que se escurrieran. Un simple astil unido a la percha tiraba de los carros.
El carro estaba construido con piezas de madera las cuáles eran curvadas de la forma requerida sumergiéndolas en agua hirviendo durante muchas horas, doblándolas y luego dejándolas secar. Eran usados varios tipos de madera: olmo, fresno para los ejes y sicomoro para la el estante.
Los radios de las ruedas se hacían doblando seis piezas de madera enforma de V. Éstas eran pegadas juntas de un modo que cada radio estaba compuesto de dos mitades de las piezas en forma de V, formando una estrella hexagonal. Las puntas de las V’s se unían al eje con intestinos de ganado húmedos, que se endurecían al secarse.
Las llantas se hacían de secciones de madera, unidas a la rueda con tiras de cuero que pasaban a través de ranuras en las mismas secciones de las llantas. Las correas no entraban en contacto con el suelo, haciendo el carro más fiable al reducir el desgaste y las roturas. Los carpinteros alemanes que reconstruyeron un carro entero necesitaron unas seiscientas horas para completarlo.
Uso
Los carros no eran válidos en terreno rocoso debido a su falta de muelles, se rompían o volcaban fácilmente, e incluso en los mejores momentos debía ser una tarea complicada disparar flechas apuntando desde un carro tan rápido. Los carros luchaban por lo tanto cerrando filas abrumando al enemigo por la cantidad de misiles más que por su puntería. Si el carro iba a volcar, la tripulación podía intentar saltar por la parte trasera que estaba abierta antes de que sucediese, luego, si el carro rompía, podían coger los caballos y cabalgar hacia un lugar seguro. Los carros eran ciertamente mucho mejores a la hora de perseguir a los enemigos en una zona llana abierta, cuando las lanzas podían ser usadas para matarlos por la espalda.
Los egipcios conocían dos tipos de carros: el de guerra que tenía ruedas de seis ejes y el carro de transporte que tenía sólo cuatro ejes. El de ruedas de seis ejes podía hacerse más ligero y era más estable que el más pesado con ruedas de cuatro ejes, haciendo al carro entero más fiable.
Servir en los cuerpos de carros no era barato. Al recluta se le asignaba un equipo de caballos de los establos reales y cinco ayudantes, a los que tenía que equipar. El carro en sí mismo le costaba, -de acuerdo con un escriba que tal vez tuviese prejuicios -, tres deben de plata para el astil y cinco para el cuerpo, una pequeña fortuna que sólo los hombres nobles podían afrontar.
Los carros de guerra eran guiados por un conductor que llevaba un látigo y las riendas y un guerrero, que generalmente manejaba un arco o, después de gastar todas sus flechas, una lanza corta de las que tenía varias. Cuando cazaba, el faraón podía dar una dispensa al conductor algunas veces y disfrutar persiguiendo él mismo a su presa.
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