El Caldero de la Bruja

En este caldero echaré un poco de fantasía, un poco de ci-fi, y un mucho de todo aquéllo que me gusta.

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Lugar: A Coruña, A Coruña, Spain

26.3.06

De las calamidades de Londres en el XVII

Hoy, un poco de historia londinense. ¿Por qué estos desastres? Supongo que porque los desastres fraguan el carácter, tanto de la gente como del propio ámbito geográfico en donde se desarrollan. Además, ha sido algo que me llamó mucho la atención (y me recordó también el Gran Incendio de Nueva Orleáns), y que para mí era bastante desconocido hasta hace poco.
El periodo Estuardo se vio dominado por dos desastres en Londres: la Gran Peste y el Gran Incendio. En 1665, la Peste se extendió por la ciudad, traída por un barco desde Holanda. Londres estaba acostumbrada a las pestes desde la Edad Media, pero ésta fue diferente –un brote tan virulento que los que la padecían podían cogerla y morirse en sólo unas horas. La ciudad se vio sumida en el pánico. Los enfermos eran encerrados en sus casas, con sus familiares. Se creía que los perros y los gatos propagaban la enfermedad, así que el Lord Alcalde ordenó matarlos a todos. Así, de un golpe, se eliminó a los enemigos naturales de las ratas, que eran las auténticas propagadoras. A lo largo del largo y cálido verano de 1665, la peste arrasó Londres. La corte huyó, muchos doctores y sacerdotes les siguieron, y todos aquéllos con lo suficiente para escapar, se iban rápidamente. Aunque lo peor de la peste se fue en otoño, no fue hasta la siguiente gran calamidad que se limpiaron las mugrientas calles de Londres de lo que quedó de la plaga. Se estima que la tasa de muertes fue desde 70.000 a más de 100.000.
La segunda calamidad fue el Gran Incendio.

En la mañana del domingo, el 2 de septiembre de 1666, comezó la destrucción del Londres medieval. En cinco días, la ciudad que Shakespeare había conocido fue destruida por el fuego. Un área de más de tres kilómetros y medio por dos y medio fue convertida en cenizas; más de ciento cincuenta hectáreas en el interior de las murallas de la ciudad y veinticinco hectáreas y media del exterior, 13.200 casas y 87 iglesias (incluyendo la vieja catedral de St. Paul) fueron destruidas. Es realmente increíble que en todo este desastre sólo se perdieran ocho vidas (o sólo se tiene conocimiento de la pérdida de esas vidas, vamos). Lo que sí que se sabe seguro es que la destrucción de todas esas casas de madera tan cercanas y otros edifidios, se consiguió poner fin a la Gran Peste que había devastado la ciudad el año anterior.
El fuego comenzó en la casa y la tienda de Thomas Farynor, panadero del rey Carlos II, en Pudding Lane (donde ahora se levanta el llamado Monumento, realizado para conmemorar el Gran Incendio). Farynor se olvidó de apagar el fuego de su horno la noche anterior, lo que provocó que las brasas prendieran fuego en la cesta de leña que había junto al horno. Alrededor de la una de la madrugada, tres horas después de que Farynor se fuese a la cama, tanto la casa como la tienda estaban en llamas. El ayudante de Farynor se despertó encontrando la casa completamente llena de humo, y consiguió despertar a todos los que en ella habitaban. Farynor, su esposa, su hija y un sirviente escaparon trepando hasta una ventana del piso superior, y de allí al tejado. La doncella estaba tan asustada de tener que caminar por los tejados que se quedó en la casa, convirtiéndose así en la primera víctima del fuego.
Las chispas del incendio cayeron en la paja y el heno del patio de la Star Inn en Fish Street Hill. La Londres de 1666 era una ciudad que tenía hechos de madera por lo menos la mitad de sus edificios, con los tejados cubiertos de brea para impermeabilizar la paja. Estos edificios sufrían un riesgo de incendio extremo y se prendía en ellas el fuego de una forma muy fácil. Con los fuertes vientos que soplaban ese día, las chispas se esparcieron rápidamente, prendiendo en los tejados y las casas según iban cayendo sobre ellos. Desde el Star Inn, el fuego se propagó a la iglesia de Saint Margaret, entrando en Thames Street. Ahí había almacenes y muelles llenos de cajas de materiales inflamables: aceite, licores, sebo, cáñamo, paja, carbón, etc. En ese momento, el fuego ya era demasiado voraz como para ser combatido con los pobres dispositivos de los que podían hacer uso (a penas cubos y palas). A las ocho de la mañana, siete horas después de iniciarse el incendio, las llamas habían hecho ya mitad del camino sobre el viejo Puente de Londres. Sólo el hueco dejado por un incendio anterior en el 1633 previno el que las llamas cruzaran el puente y comenzasen un nuevo fuego en Southwark, en el lado sur del río.

Los fuegos ardieron a lo largo de todo ese día y del siguiente. Fleet Street, Old Bailey, Ludgate Hill, Newgate, etc, fueron todas reducidas a cenizas. Se sabe que las piedras de la vieja catedral de St Paul explotaron por el calor, y también se fundió el plomo del tejado, corriendo como un arroyo por las calles. El fuerte viento proveniente del este mantenía el avance de las llamas.
Poco se pudo hacer para detener el avance del incendio. Se habían promulgado varias leyes, obligando a los vecinos de la ciudad -devido al estado y materiales de las casas, ya que no era la primera vez que se provocaban fuegos, aunque nunca tan terribles- a proveerse de calderos, escaleras, ganchos para incendios,... pero mucho de este equipamiento se podría debido a la negligencia; y los suministros de agua, estando lejos de las orillas del río, eran más bien escasos.
Entonces, con muy pocas alternativas, se comenzó a pensar en demoler las casas para crear varios cortafuegos. El Lord Alcalde Bludworth estaba más preocupado en pensar quién pagaría la reconstrucción de esas casas que el ayuntamiento ordenaba derruír. Ciertos "grupos entrenados" fueron llamados para asistir en la demolición, pero comenzaron demasiado cerca del avance del fuego y fueron incapaces de despejar esos lugares antes de que las ruinas se convirtieran en más combustible para las llamas.
Completamente desesperados, optaron por demoler las casas usando pólvora, llegando a tener un éxito desmedido en algunos casos. Durante otros tres días el fuego arrasó la ciudad antes de terminar por apagarse en Temple Church, cerca de Holborn Bridge.
Mientras la ayuda comenzaba a llegar tras los anteriores días de pánico, el incendio moribundo comenzó a arder de nuevo y a trepar por el Palacio de Whitehall. El Duque de York ordenó la destrucción de más edificios y el incendio, por fin, consiguió controlarse.
Al final del incendio sobre cuatro quintos de la City (la zona centro y más histórica de Londres, la que había sido construida dentro de las viejas murallas de la ciudad) habían sido destruidos, lo que contabilizó 13.200 edificios de casas, 87 iglesias y 50 edificios de comerciantes sobre un área de más de ciento setenta y seis hectáreas. Aunque el fuego se llevó unas pocas vidas, por lo menos sirvió también para algo bueno: las ratas que habían ayudado a transmitir la peste bubónica el año anterior murieron en el incendio. El número de las víctimas de la peste disminuyó rápidamente tras el Gran Incendio.
Para aquéllos que lo perdieron todo, la vida les dejó de pronto en la más abyecta miseria. La población de la ciudad se dispersó alrededor de St George Fields y Moorfields, y en las afueras llegó tan lejos como a Highgate. A algunos se les entregaron tiendas de campaña, otros se construyeron refugios con lo que tenían a mano o con lo que podían, levantando cabañas y casuchas. Miles de personas se vieron arruinadas y la prisión de deAngliaCampusors se vio abarrotada.
El Gran Incendio de Londres puso en movimiento los cambios que se convirtieron en la base de la organización de la lucha contra incendios en el futuro. Las casas de madera y los diseños del periodo medieval fueron reemplazados por edificios de ladrillo y piedra, y los propietarios comenzaron a asegurar sus propiedades contra incendios. Las nuevas compañías de seguros se dieron cuenta rápidamente de que sus pérdidas podían ser mínimas empleando hombres que se encargaran de apagar los fuegos.

Christopher Wren, el gran arquitecto inglés del XVII comenzó la reconstrucción de Londres. En unos días presentó un plan para reconstruir la ciudad con amplias avenidas y plazas abiertas reemplazando el laberinto de callejones y travesías. Pero era demasiado caro, sobre todo después del gasto llevado a cabo para sofocar el Gran Incendio. Así y todo, a Wren le dieron el dinero para reconstruir las iglesias, construyendo al final 49 iglesias nuevas y la gran catedral de Saint Paul que todos pueden admirar hoy en día. Muchas de las iglesias actuales de Londres se deben al trabajo de Wren, y es realmente complicado encontrar alguna anterior a esa fecha.
Después del Gran Incendio de 1666, la cara de Londres cambió para siempre.

5 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Christopher Wren es uno d elos más grandes arquitectos que ha dado Inglaterra. Su concepción del espacio, la manera de reinterpretar los elementos del clasicismo, asi como sus dotes para la ingeniería (hay está la gran cúpula de St Paul) son fantásticas. Visitar sus iglesias es una experiencia única, alejada del oscurantismo típico de la iglesia (jo, no se que me pasa ultimamente, que me enrollo como las persianas)
Musus

domingo, marzo 26, 2006 11:55:00 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Uy, perdón
Que mal me sienta leer blogs. Y escribir en ellos, mas.
Donde pone "Hay" debe poner "ahí". Si es que....

domingo, marzo 26, 2006 11:57:00 a. m.  
Blogger Maz ha dicho...

XDDDD
No te preocupes, prometo no ponerte un cero en ortografía :P.
Yo tengo muchas ganas de ir a Londres. Íbamos a ir en las próximas vacaciones, pero como las usaremos para volver a Galicia a partir de mayo, pues va a ser que tendremos que esperar a Navidades :P. A ver si cuando vaya, puedo ver Saint Paul y alguna otra de las iglesias de Wren (aunque no soy cristiana, siento una gran debilidad por visitar catedrales e iglesias, siempre las encuentro realmente fascinantes y, en su mayoría, preciosas).

domingo, marzo 26, 2006 12:13:00 p. m.  
Blogger Leodegundia ha dicho...

Muy bueno tu relato. Como se suele decir, no hay mal que por bien no venga, el incendo eliminó a las ratas que eran las que propagaban las peste y además se eliminaron todas esas casas viejas y mal conservadas que eran foco de enfermedades, aunque hay que reconocer que la desgracia para mucha gente fue enorme.
Un saludo

domingo, marzo 26, 2006 12:51:00 p. m.  
Blogger Maz ha dicho...

Gracias, son cosillas que encontré rebuscando por internet sobre la historia de la ciudad de Londres (es realmente fascinante, la verdad).

domingo, marzo 26, 2006 2:09:00 p. m.  

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